En la Antigua Grecia, a los ganadores de las competencias olímpicas no se les entregaban medallas, sino que, como reconocimiento a sus logros se les colocaba una corona de olivos. El atleta triunfante era proclamado héroe por su ciudad de origen, se le agasajaba y se le veneraba como a deidades ya que este triunfo significaba también un orgullo máximo para la ciudad. En los Juegos Modernos se perdió esta costumbre, pero se volvió a llevar a cabo en Atenas 2004. No sabemos si se mantendrá en las próximas ediciones.


La corona simboliza la historia de la ciudad , la paz, el ciclo de la vida, el cielo y el mar de Grecia. El logo, que circulará por el mundo entero, resume y simboliza la ilusión, esfuerzo y misión de Grecia cuando le ha correspondido organizar los Juegos.